Al menos no en mis historias...
Quizás deberíamos dejar de soñar y construir todas las historias que involucran que todo va a salir tal cual lo planeamos, lo mejor sería evitarnos unos cuantos días de planeación e incluirlos a los días de acción y aventura.
En este momento se está por cerrar el capítulo más grande de esta tragicómica historia. Al final del día uno siempre se queda con una pizca de esperanza para que todo salga bien, para que nuestros héroes sean felices y que todo sea como debe de ser porque eso es lo que la fantasía marca. Pero por suerte para todos los maniacodepresivos eso nunca sucede así. En realidad es imposible que se cumpla tal cual imaginemos el asunto... Y de hecho es algo estúpido pensar en eso, ahora que hay tiempo para reflexionar un poco.
No es que me este muriendo por dentro ni nada por el estilo, el dolor debe existir. Pero uno no sufre sólo porque sí, para que eso ocurra debes sentirte muy mal y muy tonto. Y yo sólo me siento tonto... (oh wait...)
Lo curioso es que uno como pesimista trata de visualizar todos los peores escenarios posibles y teóricamente el golpe ya no debería ser tan grave, y es tan sorprendente como es que siempre existen cosas aún más graves.
Cuando las cosas van bien, hay problemas. Cuando las cosas van mal, hay problemas. No debería preocuparme nada entonces... Porque siempre se resuelven y siempre se empeoran las cosas... Como en las novelas (todo lo que las personas tienen que hacer para que exista más trama y duren más, cuando se les acaba la imaginación todos se mueren... Como la vida misma).
Y como la felicidad misma, los finales felices son pasajeros y relativos... Depende quien este contando la historia. Pero no importa si llevamos un simple minuto de historia, no hay que inventarse los finales porque aunque sea justo como pensamos que sería, no es más que una probabilidad y no tiene sentido alguno apostarle a alguno. Hay que vivir la vida... Y nada más...
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