Con el tiempo me di cuenta que todo a mi alrededor seguía su curso y a pesar de que yo no me dejaba envolver por sus cadenas, me hice las mías, caminando así como los otros con lentitud y torpeza...
No, no me acostumbre... No, hoy no me quejo del todo... Entre mis hallazgos donde soy victima y observador, encontré las piezas de la viceversa de mis ansiedades... Cuando yo me molestaba de la monotonía y de siempre vivir lo mismo, buscaba la aventura y querer lo desconocido... Una vez que me encontré del otro lado, viviendo una nueva experiencia, desconocida, intimidante y abrumadora; ya no le quería, tenía ganas de huir a casa... y volver a todo lo que se me hacía familiar y cotidiano.
Pero creo que pisando ambos extremos, uno se da cuenta que lo que realmente quiere es cambiar y al mismo tiempo no cambiar. Crear el equilibrio, entre lo nuevo y lo viejo, lo desconocido y lo conocido, la rutina y los imprevistos...
Porque como siempre la palabra clave es el equilibrio... Saber dónde estamos y hacia donde queremos ir, trazar la ruta de como llegar... Y de vez en cuando seguirla!
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